Tren de ida y vuelta


Feria del Libro, Madrid 2010

Tren de ida y vuelta, de Mariano Vara. Alzira, Algar, 2010, (Algar Joven, 44). 232 pp.,. Literatura Juvenil.

Por Anabel Sáiz Ripoll.

La poesía de Miguel Hernández es lo suficientemente rotunda, hermosa y potente como para necesitar ningún tipo de recomendación; ahora bien, este año, en que se celebra su centenario, nos puede servir para releerlo y, lo que es aún mejor, para descubrirlo ya que a Miguel Hernández cada día llega un lector nuevo, niño, joven o adulto, tanto da, su voz resuena y suena sincera y verdadera ante cualquier lector. El poeta de Orihuela, uno de los más humanos de nuestra poesía, sigue hablándonos de lo esencial, de la vida, el amor y la muerte.

Muchos son los libros que, aprovechando la fecha emblemática de su aniversario de nacimiento, se están editando y bienvenidos sean. Nos referimos, por ejemplo, a La vida y la poesía de Miguel Hernández, de Rosa Navarro Durán o a Mala luna, de Rosa Huertas. No obstante, la vida de Miguel Hernández es tan atractiva y siempre conmovedora que no nos extraña que Mariano Vara le haya dedicado un libro, el que ahora comentamos, Tren de ida y vuelta.

Tren de ida y vuelta es un libro especial y singular porque, en primera persona, nos acerca al mundo persona del poeta oriolano, a sus principios, a su afición por la lectura, a la relación siempre difícil con su padre, al amor hacia sus hermanos y su madre, siempre a su lado, al descubrimiento de la poesía y de quien sería su esposa, Josefina. Es un libro que recoge el itinerario vital de Miguel Hernández, los sinsabores que tuvo que pasar hasta hacerse con un nombre, la relación con Pablo Neruda, uno de los pocos que quiso ayudarlo de verdad junto con Vicente Aleixandre, en su aventura madrileña. No soslaya el momento terrible de la guerra y cómo él tomó parte activa, sin escudarse en su condición de poeta. Es un relato lleno de ternura, de compromiso y muy respetuoso con el poeta. Nos habla de los tormentos que tuvo que pasar cuando murió su primer hijo, del dolor que sufrió encarcelado cuando sabía que su mujer solo comía pan y cebolla; nos habla, en suma, de sus últimos días, enfermo y ninguneado. Tren de ida y vuelta entra de lleno en la entraña del poeta, en sus emociones, en aquello que posiblemente pudo sentir, en qué hay detrás de sus poemas, en lo cotidiano y, por ello, sublime.

No dejará a nadie indiferente la lectura de Tren de ida y vuelta, un título metafórico que, como se puede intuir, alude a la propia peripecia vital de Miguel Hernández. Para darle verosimilitud al texto, el autor permite que intervenga otro narrador, Joaquín Rocamora, compañero de cárcel del poeta, para recoger sus escritos y cerrar su vida con el capítulo final, el más triste y doloroso.

El relato, muy realista, alude a otros poetas, como García Lorca o Alberti, no siempre dispuestos a ayudar a Miguel, que acaso, con su manera de entender la vida, con su cercanía y su forma de vestir, fue malentendido y a calificado con el tópico de “un pastor de cabras poeta”, cuando sabemos, y en el libro entendemos la rabia e impotencia del poeta, que leyó mucho, que se cultivó, que, gracias a sus contactos en Orihuela, fue un muy buen conocedor de poesía y que sus poemas no son fruto de una inspiración pasajera, sino de un trabajo meditado y profundo. Nos interesa referirnos también a otros escritores como Antonio Buero Vallejo quien compartió presidio con Hernández y le dibujó uno de los retratos más conocidos que de él tenemos. Este episodio está muy bien recreado en el relato.

En suma, Tren de ida y vuelta, dividido doce capítulos y un epílogo, nos permite entender un poco mejor la poesía de Miguel Hernández porque nos acerca a su persona y humaniza sus rasgos, los hace nuevos y nos los ofrece para que sintamos y entendamos un poco más cómo fue ese tren vital que Miguel Hernández tomó y del que acaso aún no se haya bajado porque mientras alguien recite uno de sus poemas. Miguel Hernández estará allí.

https://www.culturamas.es/2010/07/02/tren-de-ida-y-vuelta/


Tren de Ida y Vuelta. Mariano Vara

¿ES UNA HISTORIA CONOCIDA?

Es una historia conocida, amigos, todos la recordamos,-viento del pueblo se perdió en el pueblo-pero no ha terminado.

“Es una historia conocida…”, dijo Agustín Goytisolo en su hermoso poema musicado por Serrat, refiriéndose a los avatares por los que pasó Miguel Hernández. Pero yo añadiría: “Sí, es una historia conocida, pero en este caso no tanto”. Porque los destinatarios del libro “Tren de ida y vuelta” de Mariano Vara son principalmente los adolescentes, y muy pocos de ellos conocen la vida –y la muerte-, la obra y el contexto político en el que Hernández vivió –o, mejor, malvivió-. Para ellos el tema no es fácil… No se trata de una novela de primeros amores, de pandillas, de travesuras de instituto. No están familiarizados con la época, con la Historia, con el personaje. Y, sin embargo, en este libro el autor ha logrado hacer sencillo lo complicado y conseguir que los lectores –a pesar de la enorme distancia que media entre ellos y Miguel- empaticen con él y se impliquen hasta la médula en los hechos que se narran. Porque gracias a la soltura literaria de Vara el personaje se ha hecho persona, carne y verso. Y para que esto suceda es evidente que en esta novela biográfica hay, muy por encima de los datos, mucha emoción, mucha reflexión, mucho sentimiento.

En realidad, más que de novela biográfica como la califico en las líneas anteriores, debería hablar de novela falsamente autobiográfica ya que, a la hora de narrar, el autor ha elegido la opción más valiente según mi opinión, sobre todo si se trata de un personaje real: la primera persona. Escribir en primera persona garantiza –si se hace bien- la rápida identificación con los lectores, pero también obliga a conocer a la perfección a la persona, lo que le sucedió externamente y lo que sintió en su interior. Y obliga también a que el narrador esté siempre presente en los hechos que cuenta, los describa desde su punto de vista. Así que en “Tren de ida y vuelta” conocemos a Miguel a través de su propia voz. Y esa voz, en un largo flash back que comienza con un desgarro que no puede dejar indiferente a ningún lector –“Diez horas, veinte horas… Un día, dos días… Cuando tienes la certeza de que vas a morir sólo te quedan los recuerdos y un puñado de lágrimas.”- va a acompañarnos casi hasta el final, un final anunciado que evidentemente el poeta no puede relatar. Es entonces, en el epílogo, cuando Mariano Vara cambia de persona narrativa y convierte en cronista a Joaquín Rocamora, un compañero del penal de Alicante, que transcribe como testigo presencial la muerte del poeta cabrero en la enfermería. Será también Rocamora quien, en la licencia novelística que se concede Vara, encuentre y entregue a Josefina la autobiografía que su marido escribiera en su largo penar de penitenciaría en penitenciaría (“Tanto penar para morirse uno”).

Aunque pueda parecerlo, no es éste un libro triste y amargo exclusivamente. Lo es porque habla de injusticia y de intolerancia, sí; pero también puede ser profundamente aleccionador para todos aquellos que empiezan a vivir. No en vano señala la importancia del compromiso, del respeto hacia uno mismo y de la integridad hasta las últimas consecuencias, esa integridad que llevó al poeta a mantenerse firme en sus creencias hasta el final, a no renegar de ellas aun sabiendo que si lo hacía podría salvar la vida. Es una obra, en fin, que enseña a defender la libertad y la independencia a cada paso y deja muy a las claras lo necesarios que fueron para el poeta el amor y la amistad.

Y, después de todo lo dicho, espero haber sabido contagiar curiosidad e interés por “Tren de ida y vuelta” a todos aquellos lectores adultos que hayan leído esta crítica, pues también ellos pasarán, sin duda, un rato muy enriquecedor con la lectura de la novela. Que nadie se eche para atrás por que haya sido publicada en una colección juvenil. De todos es sabido que los buenos libros trascienden fronteras. Y “Tren de ida y vuelta” lo es. Cualquier persona, por tanto, -adolescente, joven o mayor de edad- con sensibilidad y ganas de aproximarse a la figura de Miguel Hernández puede disfrutar y emocionarse con ella. A pesar de la aparente sencillez del relato –y esa es otra de sus ventajas-, salta a la vista que el periodista Mariano Vara (Puebla de Almenara, Cuenca, 1955) ha hecho un gran trabajo previo de documentación así como realizado numerosos encuentros con personas del entorno del escritor, tanto familiares como especialistas. El resultado es una obra divulgativa, que se ajusta a los hechos, intensa y emotiva, que todo aquel que quiera puede leer aprovechando el centenario del nacimiento del poeta, pero como todo buen libro no tiene fecha de caducidad y, por tanto, seguirá aquí, esperando que lo abramos y lo degustemos en el 2011 y siempre.

Marinella Terzi

Agosto 2010